domingo, 9 de enero de 2011

Taurino


Cuando queremos identificar nuestra cultura con una simbología que la caracterice inequívocamente, sin duda todos pensamos en la tauromaquia, en el mundo del toro, en los toros, en la lidia. Sin embargo son las pocas cosas que todavía nos unen y de las que probablemente podemos hablar públicamente sin temor a causar incomodidad.
A pesar de nuestras diferencias de ideas religiosas, políticas o deportivas; los toros son el único concepto sociológico que nos une mayoritariamente. En los toros no importa que seas rico o pobre, de derecha o izquierda; todos estamos unidos por una pasión común.
Como parte de la cultura española, la tauromaquia tiene una tradición milenaria española, e incluso elementos de las antiguas culturas orientales. Antes de la corrida, al toro bravo o de lidia se le trata mucho mejor que a los toros de matanza de la bioindustria.


La corrida de toros es una muestra del aprecio y respeto de la fuerza del animal. Las corridas de toros no se ven como deporte, sino como una mezcla de arte, baile y muestra de ‘virilidad’.
A manera de símbolo religioso, las corridas de toros pasan a ser una lucha entre el bien y el mal, donde el toro representa el mal; los toros han sido creados para luchar contra el hombre o torero y morir en esa lucha.

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