Los afiches de cine tienen un encanto especial que jamás se ha perdido. Es la pieza impresa con la que se asocia una película, un elemento que se quiere conservar, coleccionar, exhibir.
Su poder de atracción se mantiene intacto hasta nuestros días, con esa mezcla de nostalgia y sugerencia, de síntesis gráfica y creatividad.
Su poder de atracción se mantiene intacto hasta nuestros días, con esa mezcla de nostalgia y sugerencia, de síntesis gráfica y creatividad.
La historia del afiche cinematográfico se remonta a los orígenes del cine mismo, como un medio de comunicación simple, popular y directo.
Su mensaje puede ser solamente informativo o bien incluir elementos persuasivos, provocativos o tentadores y, tanto su evolución formal como la de sus contenidos, ha sido determinada por los contextos sociopolíticos o económicos de cada época, por las grandes corrientes artísticas, así como, por la evolución de la industria cinematográfica en sí misma.
Es prácticamente impensable una película sin afiche y sin el obligado eslogan o frase publicitaria que lo acompaña: "Bebe de mí y vivirás eternamente" (Entrevista con el vampiro).
En el habla inglesa se lo conoce como poster, los franceses afiche, los italianos y españoles cartel. Esta sencilla y a la vez impactante pieza promocional, sigue siendo hoy (113 años después) relevante a la hora de vender una película.
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